¿Hacia dónde evolucionaremos?


¿Cómo pensaban en el pasado que iba a ser el futuro? Normalmente las ideas no acababan coincidiendo con lo que acabó siendo, recuerdo de pequeño cómo se decía que los coches volarían o que tendríamos ordenadores súper potentes. Prácticamente nadie supo predecir que el futuro estaba en internet y en los teléfonos inteligentes y tabletas. A menos gente se le fue a ocurrir el retroceso en la cuestión de la lucha obrera. Pocos pensaron en que los homosexuales tendrían su merecido derecho al matrimonio o a la adopción en cada vez más países. A veces pienso lo mucho que ha cambiado todo desde la juventud de casi nonagenaria abuela y me pregunto si tendré la suerte de presenciar tantos cambios.

A lo que me refiero es a que nuestra capacidad de previsión es más bien limitada. Pero no por ello puedo evitar hacerme la pregunta: ¿Cómo vamos a evolucionar? Mi lado optimista, o quizá racional porque siempre ha sido así, en promedio iremos hacia adelante. Pero para considerar nuestra evolución tendría que pensar en los distintos factores que la marcan: Ciencia, política, tecnología, valores morales y economía.

Si lo pensamos bien, todos estos factores están de hecho muy relacionados entre sí de un modo más o menos estrecho. Y es así cuando me viene a la mente el comportamiento característico en física de fluidos. Cuando se tiene un sistema cuyas partículas están ligadas entre sí, puede ocurrir que aunque en promedio el sistema avance haya partículas en el mismo que se queden atrás o incluso retrocedan. No hay ninguna ley que lo impida, porque puede pasar de todo para cada una de las partículas vistas independientemente, sin importar que en conjunto sí que sepamos su comportamiento. Los fluidos además pueden tornarse turbulentos, lo cual ya convierte el sistema en totalmente irresoluble para cada una de las partículas que forman al fluido (fijaos en la analogía entre un fluido turbulento, donde no sabes adónde van a parar sus partículas, con una etapa de revoluciones donde nunca queda claro cuál será su evolucíon).


Por tanto, es de esperar que sigamos para adelante. ¿Pero a expensas de qué? Quizá avanzar en tecnología nos lleve a una mayor vigilancia mutua, que acabe estancando los valores morales. Quizá nos volvamos todos tan tolerantes que por no estorbar a quienes puedan tener alguna reserva no avanzaremos realmente en ciencia o perderemos el sentimiento de individualismo necesario para evolucionar. Quizá nuestros políticos se vuelvan más audaces, resultando en un aumento de riqueza del país, pero no en las personas, o viceversa y que sigamos enriqueciéndonos a base de esta especie de anarquía del mercado y que los políticos sean cada vez más títeres. 

A la larga, aunque evolucionemos, no sabemos en qué dirección ocurrirá, en qué cauces discurrirá la moral, si seguiremos siendo democráticos, si seguiremos siendo capitalistas, hasta dónde habrá llegado la tecnología y qué uso y aceptación tendría la misma, si la ciencia seguirá avanzando o se estancará. No sabemos nada, excepto que seguimos para adelante, que evolucionamos.

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