Grandes preguntas

No sorprendo a nadie. Un blog de calado personal como es el mío suele abordar en un momento u otro preguntas básicas de las que preocupan o hacen reflexionar desde al más pobre al más rico: ¿Existe el libre albedrío, la libertad? ¿Qué es lo que nos define? ¿Somos únicos? ¿La vida es algo que debe ser preservado? ¿Es ética la pena de muerte? ¿Lo es también el aborto? ¿Qué criterios tomaríamos para éste para considerarlo ético y no un infanticidio? ¿Cuánto tiempo? ¿Qué circunstancias? ¿Por qué hay cosas que nos parecen bellas? ¿Es algo inducido o es algo natural? ¿Qué es bueno? ¿Hay un dios o varios que dicten unas normas morales? ¿La muerte es un final o más bien un paso intermedio? ¿Cómo se creó todo? ¿Hay alguna razón en ello? ¿Por qué nuestro mundo es de esta forma y no de otra? ¿Sigo? Probablemente hayáis dejado de leer en algún momento.

Todas estas preguntas tan básicas, las grandes preguntas, están ahí. Nos definen y nos hacen pensar y meditar sobre nuestras vidas, un hábito de los más sano creo yo. Todas estas preguntas se acaban basando en unos pocos puntos básicos:

  • ¿Qué soy yo? [para mí, para los demás]
  • ¿Qué son los demás? [para mí, para sí mismos]
  • ¿Qué es lo que me rodea? [para mí, para los demás]
Filosofía básica, o no. El problema que veo es que mientras no tengamos claro qué somos, qué son los demás y qué es lo que nos rodea no podemos crearnos unos valores morales válidos. Tiempo atrás tendríamos la cristiandad, de la que aún quedan los últimos coletazos, que respondía a todo con la palabra "Dios" (como la práctica mayoría de religiones). Ahora las mejores cabezas pensantes hablan de unos valores individualistas y de convivencia básicos y de ciencia. ¿Es eso lo que nos queda? Los valores éticos son producto de nuestra evolución, gracias a ellos pudimos formar grandes concentraciones de pueblo. Nosotros como seres humanos no dejamos de ser un gran organismo gobernado por la ciencia con un patrón de convivencia producto de la evolución. ¿Tenemos libre albedrío tras eso? Quizá las hormigas se sientan a sí mismas libres dentro de su reducida capacidad intelectual.


Y es que el problema que tienen estas grandes preguntas, es que requieren grandes respuestas, y pequeñas respuestas no convencerán a nadie, pues son tan sólo una porción de la verdad. Discusiones sobre éstas han llenado barras de bares, foros de internet, comentarios de facebook, cafés, casas, mentes... ¿cuál es su finalidad? Cuando hablamos de estos temas no es para convencer a nadie, porque todo el mundo sabe o debería que apenas se puede convencer a nadie en temas tan personales y profundos. Cuando conversamos sobre las grandes preguntas es como siempre pasa con nuestras mentes humanas y supuestamente individualistas... para no sentirnos solos, para asegurarnos de que no somos los únicos que gastamos neuronas y tiempo en tales estupideces que no llevan a nada. Porque de alguna extraña manera, mientras por un lado queremos sentirnos indivuos únicos e irrepetibles, queremos sentirnos acogidos y comprendidos como iguales.

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